Desde su proyecto de educación ambiental, llamado La loca del táper, impulsa el consumo responsable para acompañar el cambio de paradigma desde la reflexión y las acciones individuales, lo que surgió cuando necesitó buscar un proyecto donde volcar su activismo.
“Después de mucho tiempo de ser ‘la loca’ de otras cosas: la que se lleva todo para reciclar, la que insiste que no quiere cucharita en la heladería, la que pide sin bolsa y sin pajita, la que viene con su botella. Hasta que empecé también a llevar mi tupper a todos lados y siguiendo a otras bloggers zerowaste de afuera que me inspiraban, pensé que también podía contagiar un poco el espíritu de mis prácticas día a día”.
Ella está convencida que cada acción que emprendió y reto que tomó durante estos años a favor del activismo ambiental, en la actualidad ha despertado interés en el tema. Se encuentra asombrada y conmovida después de todo el camino recorrido porque la gente está empezando a vivir una era de despertar de conciencia.
Aunque asegura que aún falta muchísimo por recorrer y aprender, esto no ocurría hace unos diez años atrás, lo importante es que pasa ahora y significa algo.
“Un cambio cultural para producir y consumir diferente tiene que pasar”.
Asimismo tiene la firme convicción que como individuos, cada uno de nosotros forma parte de un ecosistema muy complejo y muy grande: consumimos y generamos valor al sistema. Consciente o inconscientemente, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer impacta y hace una pequeña diferencia.